Motivación y fuerza de voluntad
1 de enero. Tras un festival de calorías bien regadas con blancos, tintos y cavas, más una probable fiesta por todo lo alto, sales de la cama y en un momento de lucidez recuerdas la enoooorme lista de tus buenos propósitos para el año siguiente. Tu estado de euforia estimulado por todo eso que corre por tus venas y cerebro hace que te vengas arriba y te creas capaz de conseguirlo en un ‘pis pas’. Cuando en un par de días se vuelven a reconectar las neuronas tras los excesos, decides poner en marcha todo eso que te habías propuesto: te apuntas a un gimnasio, a la academia de inglés, no has fumado un solo cigarrillo…, bueno, no sigo que creo que ya sabes de lo que hablo.
Probablemente empezaste con muchas ganas, pero en poco tiempo abandonaste tus buenos propósitos y apareció la frustración. No estás solo: a mediados de enero, el 25% ha abandonado sus buenos propósitos y seis meses después tan sólo el 5% continúa perseverando.
¿Qué te pasó para no estar entre ese 5%? ¿Qué hicieron los que lo consiguieron? Tanto el fracaso como el éxito tienen que ver con la motivación y la fuerza de voluntad. Mago More lo explica muy bien en el libro “Superpoderes del éxito para gente normal”: “Si la motivación es la cerilla que prende la mecha, la fuerza de voluntad es la cera de la vela”, y añade “Por muchas cerillas que podamos tener si no tenemos cera para mantener la llama, al final se terminará apagando”.
De todas las definiciones del concepto motivación que me he ido encontrando al consultar bibliografía para escribir este post, me llamó la atención la manera de describirla de Rubén Turienzo en su libro “El pequeño libro de la motivación”: “Un motivo no es siempre una meta para ser alcanzada, sino un horizonte hacia el que dirigir tus pasos. Es un sentimiento, un impulso, un pensamiento que hace que tu resorte interior se accione, y con ello, toda tu mente y todo tu cuerpo se dirijan hacia esa actividad. Aferrarse a un motivo marca la diferencia, porque sin motivo no hay motivación. Por mucha energía, esfuerzo o deseo que se posean, sin un motivo pronto los pensamientos se transforman en apatía, frustración y comenzará la temida procrastinación. ¿Lo has vivido, verdad? ¿Y quién no?. Una correcta motivación nos hace crear, construir, nos alienta a superarnos e ir más allá, nos devuelve el entusiasmo, la inspiración y la fuerza. Motivación es encontrar un motivo profundo que transforme nuestra inacción en acción”.
Para Sir Alex Ferguson, ex Mánager del Manchester United, la motivación de un jugador determinaba su alineación en el equipo titular, para él era la clave del éxito. ”Si tuviera que elegir entre motivación o talento como el mayor acicate, me quedaría con la motivación”. “Para mí la motivación es una combinación de buena disposición para trabajar duro, fortaleza emocional, un enorme poder de concentración y la negativa a aceptar la derrota”. “La motivación de un jugador puede tener un tremendo efecto en un equipo, una motivación ganadora es como una poción mágica que se contagia”.
Un matiz importante en cuanto a la motivación, es que para ser “la cerilla que prende la mecha” ésta debe partir de tu interior, aunque haya sido provocada desde el exterior. Queremos que nos acepten y queremos gustar, así que adoptamos estrategias y conductas que nos lleven a este resultado, pero si tu motivación es externa (publicidad, comentarios de tu entorno, presión para hacer algo), posiblemente no consigas los objetivos que te has marcado, puesto que el prestigio y el reconocimiento no conducen a creer en uno mismo porque son más simbólicos que sustanciales, como afirma John Withmore.
Cuando tu motivación está por las nubes parece que no necesitas la fuerza de voluntad porque estás realmente entusiasmado, crees que podrás realizar una actividad con facilidad. De hecho, un estudio de la universidad de Chicago en 2001 demostró cómo las personas cuando tienen un impulso o deseo lo realizan en el 70% de los casos. Pero depender de eso implica asumir que en todo momento vas a estar motivado y lleno de energía. Lástima que sea tan complicado mantener este estado de euforia. La motivación depende de tu estado de ánimo, que a su vez depende de tus emociones y éstas varían a lo largo del día. Por lo tanto, tu motivación también sube y baja dependiendo de tu estado emocional. Poco a poco tu motivación disminuye y acudes a tu fuerza de voluntad. A diferencia de la motivación, la fuerza de voluntad es un proceso menos visceral y más consciente.
Si trasteas por internet y manuales al uso encontrarás múltiples definiciones de fuerza de voluntad. La mayor parte de las que he encontrado destacan las siguientes características:
- Fuerza motriz que nos empuja a caminar hacia adelante a pesar de las dificultades. Einstein lo expresaba así: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. Esto se traduce en llevar a cabo acciones claras, definidas y concretas, basadas en nuestros deseos y nuestras decisiones”. Es lo que hace que las cosas sucedan. Si los deseos no se transforman en objetivos concretos y bien definidos es muy probable que no se conviertan en una realidad.
- Capacidad para controlar nuestros impulsos y conductas ante dos tendencias en conflicto: por un lado el impulso de la gratificación inmediata y por otro la constancia y capacidad para resistir posponiendo la satisfacción a medio o largo plazo. Dicho en otras palabras, autocontrol.
- Es el resultado de un aprendizaje gradual y progresivo, a través de la repetición de acciones donde tenemos la fuerza suficiente para volver a levantarnos si fallamos.
- Se hace poderosa al ir consiguiendo pequeños logros, con los que vas ganando control de la situación y mejorando tu autoestima.
- Integra numerosos procesos, como la resolución de problemas, la toma de decisiones, el empleo de habilidades relacionadas con la inteligencia emocional, la constancia y el logro de éxitos parciales.
Cuando careces de una motivación tu fuerza de voluntad debe trabajar a tope, necesitas hacer un gran esfuerzo para llevar a cabo la actividad que toque en ese momento. Habitualmente a lo que vas a hacer le precede la coletilla “tengo que” (estudiar, bajar al perro, acabar un informe…), lo que supone una resistencia, algo que te quita energía para poner en marcha tus propósitos y predispone a tu mente de forma negativa. Esto desgasta tu energía mental y generalmente te obliga a “dejar para luego” lo que ibas a hacer. Por si fuera poco, la fuerza de voluntad se va agotando por el uso. ¿Por qué crees que los anuncios de pizza a domicilio los ponen por la noche? Acertaste, es el momento en el que nuestra energía mental está agotada y nos pillan bajos de defensas en nuestra fuerza de voluntad para alimentarnos con una dieta sana. Se desgasta, entre otros factores, por la dificultad percibida de la acción a realizar, por el cansancio del momento, por los efectos negativos que percibes de realizar esa acción y por los niveles de glucosa en la sangre. Por ello es preferible tomar las decisiones importantes cuando nos encontramos descansados.
En las sesiones de coaching, tanto personal como ejecutivo, la motivación resulta relativamente sencilla de conseguir en la primera fase del proceso, la toma de conciencia. Tocando las teclas adecuadas, al coachee le brillan los ojos al sentir el insight revelador que le hace aflorar emociones muy estimulantes para lograr la meta a conseguir. Pero, ay, la segunda fase, la ejecución del plan de acción en la que se requiere la puesta en marcha de la fuerza de voluntad para ejecutarlo y adquirir hábitos que lo consoliden, está llena de “es que”, “pero”, justificaciones por no haber llevado a cabo las acciones requeridas, y eso que no son impuestas sino consensuadas entre ambos. Son como un carro tirado por un caballo y un buey. El primero, la motivación, marca la dirección y el segundo, la fuerza de voluntad, es el que a un paso más lento pero seguro tira realmente del carro. Si éste no avanza a veces hay que dirigir el caballo en otra dirección.
¿Eres capaz de generar la motivación suficiente para conseguir lo que te has propuesto? ¿Cuáles son tus motivadores más poderosos en cada reto y situación? ¿Puedes mantener tu motivación a lo largo del tiempo? ¿Has convertido en un hábito la aplicación de tu fuerza de voluntad? ¿Es suficiente para mantener tu nivel de compromiso?¿Cómo puedes fortalecer tu fuerza de voluntad? ¿La has convertido en hábitos saludables? En los siguientes post hablaremos de todo esto con más detenimiento.