¿Crisis o transición hacia una nueva sociedad?
De una manera u otra el contexto socioeconómico en el que vivimos nos hace ser conscientes de que nos hallamos inmersos en una época de cambios en lo que todo parece suceder muy deprisa. Hasta unas pocas generaciones atrás, la vida cotidiana de una persona era muy similar a la que llevaba su padre y su abuelo, sin embargo las diferencias entre el zeitgeist de los baby boomers (nacidos entre 1945 y 1964) y la generación Z (nacidos entre 2005 y la actualidad) son enormes, cuando apenas ha transcurrido aproximadamente medio siglo entre ambas.
En este momento nos encontramos inmersos en el parto de una nueva sociedad, tiempos convulsos en los que lo viejo no acaba de irse y lo nuevo no termina de aparecer o asentarse. Nos encontramos en mitad del parto y, como todo nacimiento, viene acompañado de dolores. Lo vivido recientemente no fue simplemente el paso por la parte baja de uno más de los ciclos por los que estamos acostumbrados a transitar históricamente. No fue una crisis más, los cambios que comenzamos a vislumbrar no son coyunturales, ni siquiera estructurales.
Esta situación nos empuja hacia una transformación sistémica de la sociedad, que por su magnitud supone un gran salto en la historia de la humanidad, y personalmente creo que va más allá de lo que históricamente suponía el paso de una época a otra, como el de la Edad Media a la Edad Moderna (que incluye el Renacimiento en Europa) y de ésta a la Contemporánea en la que destacan las diferentes etapas de la revolución industrial y el capitalismo. Mi suposición se basa en que esta vez el cambio va acompañado de una revolución en la conciencia de la Humanidad. Utilizando una metáfora, el salto es como la metamorfosis de la oruga en mariposa.
En este intervalo de tiempo los paradigmas económicos, científicos, religiosos y sociales -entendiendo como tales el conjunto de reglas, escritas o no, que determinan nuestra moral, creencias, visión de la realidad y del mundo-, han sufrido y lo continúan haciendo, una rápida evolución que nos está conduciendo a una nueva sociedad, cuyos cimientos pienso se asentarán en no más de tres o cuatro generaciones. Estos cambios en los diferentes ámbitos no son homogéneos, no avanzan a la misma velocidad, y la realidad como suma de lo social, religioso, científico, y económico, se ve afectada por la interrelación entre todos estos aspectos, impactando los cambios de una de estas variables en el resto. No tiene sentido estudiar estas disciplinas por separado, el enfoque en el análisis debe ser holístico.
Esta metamorfosis se expande desde el interior de cada uno de nosotros hasta nuestro hábitat más cercano: familia, entorno laboral, amigos, e impregna las organizaciones para las que trabajamos, y asciende hasta el conjunto de la sociedad, que demanda unas instituciones que representen a este nuevo ciudadano, más comprometido y a la vez más exigente, así como un escenario económico más justo e igualitario.
Por lo tanto, si no te gusta lo que ves a tu alrededor, da tú el primer paso, y como dice Gandhi, ”Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.